Siempre te has evadido de la rutina laboral pintando, escribiendo, tejiendo o componiendo canciones. Sin embargo, con el paso del tiempo esta afición ha desbancado a tu trabajo «normal y corriente» y se ha convertido en la profesión que paga tus facturas. Si antes escribías como hobby, ahora trabajas como escritor y rindes cuentas a tu editor; si antes hacías retratos para despejarte, ahora te has convertido en ilustrador profesional y vives a base de encargos. Esto puede parecer un sueño hecho realidad -al fin y al cabo, POR FIN estás trabajando de lo que te apasiona de verdad- pero puede convertirse en un arma de doble filo si no gestionas bien este cambio durante tu desarrollo profesional y tu trayectoria. Hoy te explicamos cómo puedes sobrellevar el hecho de que tu afición se convierta en tu profesión, te adelantamos que tendrás que cambiar el chip y hacerte a la idea de que no sólo es un hobby o una afición y marcarte horarios de trabajo para no saturarte.
Ventajas y desventajas de que tu profesión sea tu afición
Si la realidad es que trabajar en lo que te gusta siempre es un lujo, no nos engañemos, sin embargo existen una serie de pros y contras o ventajas y desventajas de que tu hobby sea tu trabajo que debes evaluar antes de tomar esta decisión a la ligera:
Lo que antes era una válvula de escape para desconectar de las obligaciones laborales, ahora se convierte en La Rutina propiamente dicha.
Esta es, sin lugar a dudas, la principal desventaja de convertir tu afición en tu trabajo: si antes te despejabas de tus obligaciones laborales con un hobby, ¿cómo te despejas ahora?. Esto es algo que debes tener en cuenta antes y después de dar este gran paso. No es lo mismo escribir o dibujar sin ningún tipo de presión que hacerlo para llegar a final de mes. Cuanto antes aceptes este cambio en las reglas del juego, antes podrás adaptarte a esta nueva situación.
La frase «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida» suena maravillosamente bien, pero hay que cogerla con pinzas. Todos queremos que nos paguen por trabajar en lo que nos gusta, pero esto no siempre es un camino de rosas. Hay que conocer los pros y los contras para tomar una buena decisión. Seamos realistas y no idealicemos.
Nuestras altas exigencias en cuanto a productividad pueden «manchar» esta afición reconvertida en profesión
Vamos a poner un ejemplo.
Trabajas como Project Manager en una empresa tecnológica donde das el 120% de ti mismo para ser productivo y eficiente durante 40 horas a la semana (o incluso más, si sueles hacer horas extras). Al llegar a casa, exhausto y quemado tras la jornada laboral, te evades escribiendo relatos en tu Blog. ¿Tu única pretensión? Relajarte y disfrutar de la escritura. Un buen día, un editor encuentra tu web, se enamora de tus textos y te ofrece un contrato como escritor (sí; el tipo de contrato que te permitirá decir adiós a tu trabajo como Project Manager).
Aunque esta situación puede parecer un sueño hecho realidad, vivimos en una sociedad tan obsesionada con ser productiva las 24 horas del día que probablemente trasladaríamos esta nociva dinámica a la pasión que se ha convertido en nuestra profesión.
Y lo que en un principio era escribir para pasárselo bien ha acabado derivando en escribir para ser productivo. Lo sabemos: es MUY difícil poner un límite a ambas concepciones, pero es importante que lo hagas para ser capaz de seguir disfrutando y desconectando con tu hobby aunque éste se haya convertido en tu trabajo de 40 horas semanales.
Márcate unos horarios y separa la evasión de lo estrictamente laboral
Si tu afición se ha convertido en tu trabajo, tienes que recordar lo siguiente: el objetivo de todo lo que escribas/dibujes/diseñes/compongas NO debe ser la monetización ni la búsqueda del rendimiento económico. Puedes -y debes- guardarte algo para ti, para tu evasión, para tu mundo interior.
Por eso es tan importante que establezcas horarios claros de trabajo y separes tus trabajos «monetizables» (es decir, los que haces para un cliente o la empresa para la que trabajas) de los que haces por y para ti. Así pues, si trabajas como ilustrador profesional en una agencia ocho horas al día -por poner un ejemplo- trata de terminar a tu hora, descansar y evadirte haciendo otro tipo de ilustraciones: las que sean solo para ti, las que no tengas que vender sí o sí por trabajo.
Busca nuevas aficiones que te hagan feliz
Este punto va intrínsecamente relacionado con el anterior: no tienes que buscar obligatoriamente nuevas aficiones que sustituyan al hobby que se ha convertido en tu profesión -probablemente nunca encuentres otro que te llene tanto como el anterior- pero sí dar con el punto medio. Si escribes y además tienes la suerte de trabajar como escritor, la escritura no debe ser todo tu mundo. Están tus seres queridos, otros tipos de disciplinas artísticas o incluso un sencillo paseo por la ciudad al terminar la jornada.