La figura del liderazgo masculino se asocia a una dirección imponente de la empresa. En cambio, el liderazgo femenino suele asociarse a una gestión basada en compromiso social, trabajo cooperativo y promoción del cambio. Lógicamente, esto son tendencias y puede haber excepciones, pero apostar por el liderazgo femenino suele ser ventajoso para la empresa. También es importante señalar que no todo el mundo está capacitado para liderar un equipo o una empresa; pero esta incapacidad no depende de si eres mujer u hombre, sino de otros factores.
¿Qué es el liderazgo femenino?
Entendemos por liderazgo femenino la participación de la mujer en el liderazgo, gestión de equipos y articulación de estrategias en la empresa. Su implicación en la toma de decisiones estratégicas para la empresa y la dirección de la misma y de sus equipos de trabajo. Durante mucho tiempo, más del deseable, el liderazgo ha sido cosa de hombres. Por suerte, el techo de cristal es cada vez más alto -aunque sigue existiendo- y las mujeres están asumiendo cuotas de mando. De ahí que se hable de liderazgo femenino.
La principal característica del liderazgo femenino es un enfoque en la inteligencia emocional y la gestión del talento horizontal. Son características que favorecen el impulso de las organizaciones. Y que suponen un estilo de gestión con unos valores diferentes a los que asociamos al liderazgo de los hombres. También es importante señalar que el liderazgo femenino es un recurso más a la hora de cerrar la brecha salarial que todavía hay en las empresas y de tratar de alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres en el ámbito laboral.
Las 5 ventajas del liderazgo femenino
A continuación, enumeramos una serie de ventajas relacionadas con el liderazgo femenino, que pueden aportar la diferencia en el ámbito laboral.
- Mayor confianza de los trabajadores: los empleados acostumbran a confiar más en la estrategia de la empresa cuando está liderada por mujeres. Se muestran más confiados en que ellas tomen las decisiones estratégicas adecuadas, algo que no siempre sucede cuando los hombres son los que deciden la estrategia a seguir.
- Soft skills: ya hemos dicho que el liderazgo femenino tiene una orientación más humana. A la hora de dirigir equipos y proyectos, cuestiones como la comunicación y misión son esenciales para el éxito. La empatía es otra de las habilidades blandas que pueden ser un factor diferencial.
- Multitasking: las mujeres tienen una mayor facilidad a la hora de pensar y trabajar en diferentes direcciones de forma simultánea. Sin lugar a dudas, esto supone una gran ventaja cuando deben afrontar situaciones de crisis o en el análisis de escenarios en la toma de decisiones.
- Apuesta por la innovación: el liderazgo masculino acostumbra a ser más conservador. En cambio, las mujeres son menos reacias al cambio y son más flexibles. Esto debería traducirse en una mayor predisposición a la innovación, a permitir la participación de terceros o a explorar nuevas propuestas.
- Más facilidad para reconocer éxitos ajenos: todos sabemos la importancia del reconocimiento de los éxitos y el trabajo para fomentar la cohesión y el engagement con la empresa. A los hombres les cuesta más reconocer los éxitos ajenos -no significa que no los vean-, las mujeres tienen menos problemas a la hora de hacerlo y destacarlos.
Para aprovechar estas y el resto de ventajas, es fundamental promocionar el liderazgo femenino en la empresa. El primer paso para ello es desarrollar una cultura corporativa amigable no solo para las empresas, también para las diversidades. La implantación de políticas de empresa que fomenten la paridad y estimular los planes de carrera de los trabajadores son otros elementos clave para que el liderazgo femenino se pueda desarrollar y consolidar. Reducir la tasa de rotación o las fugas de talento femenino en la organización nos ayudará a promocionar un liderazgo femenino fuerte y eficiente.