En este nuevo blog de consejos sobre el mundo laboral, hablamos sobre las habilidades directivas, de hecho, hoy en día son muchas las empresas que, entre los candidatos, buscan habilidades que los hagan destacar. El saber trabajar en equipo, por ejemplo, es una de ellas. Pero también ser un buen líder. Eso se consigue gracias a las habilidades directivas, es decir, a esas capacidades que logran que seas un trabajador mejor. Si crees que tienes esas habilidades, aprende a potenciar tu talento para hacerlas aun mejor. Las empresas ya no quieren simples trabajadores con conocimiento y experiencia. Quieren emprendedores, personas que sean capaces de enfrentarse a problemas y que sepan lidiar con la solución. En otras palabras, buscan líderes. Y eso implica tener habilidades directivas. Descubre nuestra guía para sobrevivir a tu primer día como jefe de equipo
Desarrolla las habilidades directivas como trabajador
Podemos decir que el trabajo ha evolucionado. Desde antaño, hasta hoy día, ha habido muchísimos cambios. De unos años a ahora, el paradigma del sector laboral ha cambiado mucho más.
Ahora, nos encontramos en una situación muy competitiva laboralmente hablando. Hay muchas personas en paro y muchas que se presentan a una oferta de trabajo.
Pasar de empleado a jefe de departamento o a conseguir un empleo como directivo no es sencillo y es por ello que la capacidad de desempeñar funciones ejecutivas en una organización, evitando situaciones de crisis y resolviendo rápidamente los problemas cuando se producen ayudan a llamar la atención de los directivos. Las habilidades directivas pueden desarrollarse mediante el aprendizaje y la experiencia práctica como directivo.
Estas habilidades ayudan al directivo a relacionarse con sus compañeros de trabajo y a saber tratar bien a sus subordinados, lo que permite que las actividades de la organización fluyan con facilidad.
Tipos de habilidades directivas
Los tres tipos básicos de habilidades directivas son
1. Habilidades técnicas
Las habilidades técnicas son aquellas que proporcionan a los directivos la capacidad y los conocimientos necesarios para utilizar una serie de técnicas con el fin de alcanzar sus objetivos.
Estas habilidades no sólo implican el manejo de máquinas y programas informáticos, herramientas de producción y piezas de equipo, sino también las habilidades necesarias para impulsar las ventas, diseñar diferentes tipos de productos y servicios, y comercializar los servicios y los productos.
2. Habilidades conceptuales
Se trata de las habilidades que presentan los directivos en términos de conocimiento y capacidad para el pensamiento abstracto y la formulación de ideas. El directivo es capaz de ver un concepto completo, analizar y diagnosticar un problema y encontrar soluciones creativas. Esto ayuda al directivo a predecir eficazmente los obstáculos a los que puede enfrentarse su departamento o la empresa en su conjunto.
3. Habilidades humanas o interpersonales
Las habilidades humanas o interpersonales son las habilidades que presentan la capacidad de los directivos para interactuar, trabajar o relacionarse eficazmente con la gente. Estas habilidades permiten a los directivos aprovechar el potencial humano de la empresa y motivar a los empleados para obtener mejores resultados.
Claves para mejorar las habilidades directivas
Los candidatos que destacan, son los que tienen más oportunidades, y precisamente, son aquellos que no solo se van a centrar en su trabajo, sino que su personalidad les hace estar pendientes de todo el proceso, que se implican con la empresa y tienen capacidades especiales para ello. Las llamadas habilidades directivas.
Por eso, si quieres ser un buen líder, debes fomentar estas capacidades directivas. Y para potenciarlas, aquí te dejamos algunas claves:
1. Dedica tiempo a tu equipo
Tener un equipo y controlarlo puede ser fácil. Les marcas unos objetivos y sabes que deben cumplirlos. Pero si realmente quieren potenciar esas habilidades para ser mejor líder, vas a necesitar dedicarles tiempo porque, de esa manera, no solo serás un mejor líder, sino que además ayudarás a que tu equipo sea mejor.
El compromiso de los empleados es una calle de doble sentido y los líderes que conocen bien a su personal tienen más posibilidades de crear una cultura de trabajo que apoye la visión y los objetivos de la empresa a largo plazo.
Si vas a sustituir a otro directivo, siempre es buena idea hablar con él antes de empezar. Te proporcionará información útil tanto sobre el equipo como sobre el estilo de gestión de tu predecesor.
2. Eres el líder, pero también te equivocas
Algo en lo que muchos líderes fallan es en creer que siempre tienen la razón. Y no es así. Pedir ayuda no es malo; ni tampoco escuchar lo que tu equipo deba decirte. A veces, dos cabezas piensan mejor que una. Y entre compañeros de trabajo pueden salir grandes soluciones y proyectos que ayuden a mejor tanto tu estatus como también a la empresa.
3. Crea una buena relación con el equipo
En general, con todo el mundo. El objetivo es que todos quieran trabajar contigo porque saben de lo que eres capaz. Un buen líder es la envidia de los demás, y no por ello tiene que estar en un pedestal; puedes ser una persona de a pie, pero con las ideas bien claras, sabiendo lo que quieres de cada persona y buscando la forma de que eso se haga realidad al mismo tiempo que haces crecer a los demás. Tener inteligencia emocional es fundamental en estos casos.
4. Reconoce los logros
Está bien que tu equipo gane. Pero está mejor reconocerlo. Sí, tú puedes ser el líder, pero detrás de ti hay personas que han conseguido ese éxito y que merecen reconocimiento. Así que, siempre que puedas, agradécelo.
Aunque no lo creas, el hecho de estar pendiente de esas personas, de que elogies su implicación, su esfuerzo, es también una habilidad directiva y requiere que lo potencias para mejorar como líder.
5. Los objetivos marcan el camino
Ser un líder implica tener unos objetivos. Y cumplirlos. Si además tienes un equipo, cada persona debe tener un objetivo. Y, al igual que tú, hay que cumplirlo.
Para potenciar las habilidades directivas debes saber aplicar objetivos a tu equipo y también controlarlos para detectar personas con falta de interés, con falta de información, etc. ¿Tu función? Hablar con ellos e intentar reconducirlos. Aunque, en ocasiones, también debas enfrentarte a tener que eliminar a un miembro de tu equipo si no cumple los objetivos.
6. Un buen líder delega y confía
Una de las habilidades directivas que muchos no conocen es la confianza. Esta hay que potenciarla porque ser un líder no quiere decir hacerlo todo uno mismo, sino conocer a los demás y saber lo que cada uno puede hacer.
7. Programa reuniones periódicas
Reunirse regularmente con tu equipo hace que sea más productivo, ayuda a mantener las relaciones y proporciona supervisión.
Cuando los jefes se reúnen con ellos regularmente, los miembros del equipo perciben los comentarios constructivos como más significativos, están más motivados y comprometidos con su trabajo.
Reservar reuniones periódicas con tu equipo también te ayuda a conocer sus puntos fuertes y débiles.
Hay algunos puntos clave que puedes aplicar para que las reuniones periódicas sean eficaces y productivas:
- Establecer un límite de tiempo estricto es el primer paso. Tener una estructura fija para tus reuniones te ayuda a mantenerla racionalizada.
- Mantén la conversación en movimiento y no te salgas del tema.
- Al igual que con la fijación de objetivos, dejar claros los objetivos de la reunión a todos los implicados antes ayudará a que la reunión se desarrolle con eficacia.
- Si haces que tus reuniones estén orientadas a los resultados, mantendrás a la gente comprometida con los resultados, las acciones y los plazos de forma regular.
8. Refuerza la toma de decisiones y evita la microgestión
La microgestión es mirar con microscopio la forma en que alguien funciona en su trabajo. Puedes pensar que es útil, pero no lo es.
Puede ser difícil ver a alguien cometer errores y abstenerse de intervenir y cambiar el curso de la acción, pero por muy difícil que sea, es crucial que le permitas autonomía.
De todas formas, cuando tu equipo crezca, no tendrás la capacidad de vigilarlo tan de cerca.
La microgestión daña la confianza de tus empleados, te hace perder de vista el panorama general y suele aumentar la tasa de rotación de personal.
Ser un microgestor suele ser un signo de algunos problemas de confianza más profundos con tu equipo. Si sientes que no puedes confiar en tu equipo, debes abordar esos problemas lo antes posible.
Tienes que empezar por confiar en que otra persona puede hacer el trabajo tan bien como tú. Si permites que tu personal tome sus propias decisiones y muestras tu fe en ellos, hará que se sientan más seguros en su trabajo y, por tanto, más comprometidos.
9. Ofrece los incentivos adecuados para que los mejores se queden
La rotación de personal puede costar a un empresario el 33% del salario anual de un empleado. ¡Eso es mucho dinero! Reducir el número de empleados que se van e incentivar a los de mayor rendimiento para que se queden es una estrategia para ahorrar dinero.
Hay más formas de incentivar a tus empleados además de la económica, mostrar gratitud hacia los miembros de tu equipo es siempre una buena idea, no sólo cuando sabes que pueden estar buscando nuevas oportunidades.
Dar crédito públicamente a los miembros de tu equipo es una gran forma de demostrar que se les valora. Para mantener a tus empleados de mayor rendimiento, asegúrate de que están comprometidos con su trabajo y de que les supone un reto.
Son tus mejores trabajadores precisamente porque son inteligentes, proactivos y curiosos, así que asegúrate de alimentar ese impulso de nueva información y retos para evitar el aburrimiento.
Es inevitable que algunos de tus empleados se marchen, así que asegúrate de realizar buenas entrevistas de salida y de mantener relaciones profesionales con ellos.